En este espacio quiero verter mi gusto por las motos de diseño clásico, la fotografía, el arte, el cine y la crónica de viajes y de encuentros con amigos que comparten una misma pasión. Ah, y las chicas también están presentes porque de otra manera no sería un blog de y para motociclistas.

lunes, 30 de enero de 2012

Espartana 100 %

¿Plásticos?, ¿relojes?, ¿motor poderoso y potente?, ¿frenos a disco?, ¿guardabarro delantero?, ¿espejos?, ¿guiños?...no, no. Nada de todo eso es necesario para disfrutar de una moto en su esencia misma. Una Honda 125 de fines de los '70 con todo el glamour de las cosas bien hechas. 



domingo, 29 de enero de 2012

Viaje al Noroeste en Honda Twister 250

El año pasado quería hacer un viaje que tuviera tramos de asfalto y otros de tierra o ripio. Para tal ocasión y teniendo en cuenta esto, pensé en comprar una Tornado, o una XTZ 250, o, incluso, una Falcon. Al final me decidí y adquirí ¡una Honda Twister!, una moto que por concepto y estructura está muy alejada del manejo todo tereno. Marcelo (nick: Manda), uno de mis grandes amigos de toda la vida, también tiene una de estas motos y ¡pobre inocente! (nunca había hecho un viaje largo hasta ese momento), quiso acompañarme. También se sumaron otros dos amigos: Nestor con Suzuki Vstrom 650 y Gustavo (el Gringo) con Yamaha TDM.  
A mediados de septiembre partimos desde Chacabuco hacia Embalse, Córdoba, y de ahí cruzamos por el camino de Lutti a Merlo, San Luís. Al día siguiente, tomamos la ruta Nº 1 al norte y después de pasar por infinidad de pueblos serranos de Córdoba, ingresamos al camino de Los Túneles hacia Chepes, La Rioja. Tuvimos que superar decenas de arenales de unos cuarenta centímetros de profundidad  y la travesía de unos cien kilómetros, nos llevó una tarde de lucha y algunos sustos. Estábamos haciendo nuestro propio Dakar. Una vez en Chepes, Nestor y El Gringo no quisieron saber más nada con el ripio y, a la mañana siguiente, se separaron de nosotros, tomando la ruta 38 hacia Tucumán. Manda y yo, después de "arduas negociaciones" acordamos recorrer la zona de Ischigualasto y Talampaya y, desde Villa Unión, cruzar la increíble Cuesta de Miranda para hacer noche en Chilecito. Después vendrían muchos kilómetros de ruta 40 (¿ruta?...a medias), pasando por Londres, Belén, Hualfín hasta recalar en Cafayate. El quinto día de viaje, nos dejó en San Antonio de Los Cobres (Salta), punto estratégico para ascender en la mañana siguiente al Abra del Acay. San A. de los Cobres está 3700 snm y el abra, según los GPS, supera los 5.000 metros snm. Acceder a este paso de montaña, tal vez el punto más dificil de la ruta 40, nos llevó horas de lucha, y nuestras pequeñas "carburaditas" de 250 cc llegaron en primera marcha ya sin una gota de aire en los pulmones. El objetivo estaba cumplido. Habíamos domado a la montaña. Ahora comenzábamos el descenso en dirección sur, hacia Cachi. Solos, en la soledad más absoluta y llenos de felicidad, recorrimos lentamente, caminos flanqueados de abismos pavorosos, infinidad de vados con agua de deshielo y cerros de colores únicos. Ya en Cachi, en la noche brindamos con cerveza y pizza, sentados en la plaza con la compañia de todas las estrellas que hay en el cielo. Nos quedaban tres días para llegar a casa, pasando por Tafí del Valle, en Tucumán y Villa Carlos Paz, en Córdoba, pero esto último es anecdóctico; en Cachi nos sentíamos plenos con nosotros mismos. 
Por último, agradezco a la vida por el amigo y compañero de viaje que me ha dado. 


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...